Hoy es el día que más tarde empezamos. A las 10 en punto pasan a recogernos por el hotel, Shishir, Rama y Sandeep, para ponernos en marcha. Ocupamos la mañana en ver lo que nos queda del valle de Katmandú y luego iremos a Nagarkot a ver la puesta de sol sobre el Everest.

Nuestra primera parada es Patan, donde visitamos la Plaza Durbar. Patan es una de las ciudades más destacadas de Nepal, una de las tres ciudades reales, también llamada Lalitpur (ciudad hermosa), tiene cerca de 200 mil habitantes.
Esta ciudad es un buen destino para los amantes de las bellas artes, está llena de madera, tallas de piedra, estatuas de metal, ornamentada arquitectura, incluyendo docena de templos budistas e hindúes y más de 1200 monumentos.
La primera impresión que tienes de la Plaza Durbar es que es mayor que la de Katmandú, y muchísimo más tranquila, apenas hay gente ni tráfico. Tras explorar tranquilamente todos los rincones de la plaza, y algunas calles de la ciudad nos dirigimos a Bhaktapur.

Bhaktapur, también conocida como la ciudad de los devotos, es otra de las ciudades reales del valle, por lo que también tiene Plaza Durbar, además de ser la mejor conservada de las tres. Bhaktapur es un auténtico museo al aire libre, los templos tanto budistas como hinduistas proliferan por toda la ciudad, la mayoría de los monumentos son de terracota, con columnas de maderas talladas. La Plaza Durbar es igual de bonita e impresionante que las de Katmandú y Patan. En esta última plaza hemos empleado dos horas para visitarlas completamente. Después hemos estado recorriendo las estrechas calles de la ciudad, donde hemos comprado en una tienda un yogur natural. Bhaktapur también es famosa por su requesón y por sus yogures, realmente cremoso y muy sabroso.
Como se nos ha hecho la hora de comer, y hemos decidido ir con Rama (Shishir y Sandeep estaban en otra parte de la ciudad) a reponer fuerzas, él se ha encargado de elegir el restaurante, situado en uno de los templos de la Plaza Durbar (a mí también me parece un atentado contra la cultura y el arte tener un restaurante en un templo). Ha sido una comida agradable aunque corta, ya que Shishir y Sandeep nos esperaban en 45 minutos.

Una vez nos hemos reunido con ellos, nos hemos puesto en Marcha hacia Nagarkot, con la intención de ver la puesta de sol, sobre la cordillera del Himalaya gobernada por el Everest, dicen que es majestuosa.
Pero nada más llegar a Nagarkot ha empezado a llover y se han echado las nubes sobre la montaña, con lo que no hemos visto nada de nada, que suerte la nuestra. Nagarkot es un pueblo muy pequeño que no tiene nada especial, por lo que nos hemos quedado en el bar del hotel, tomando unos tés con Sandeep y Shishir. Hemos charlado un buen rato y riéndonos con las historias de Shishir con los clientes españoles que ha tenido y la marihuana. Después de cenar nos hemos ido a la cama con la esperanza de que pronto deje de llover para poder ver un buen amanecer. Mañana será otro día.

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