Nuestro viaje a Nepal, nuestra primera experiencia en Asia, está muy lejos de ser lo idílico que podría parecer.

Deberíamos haber salido desde Bilbao el 8 de Mayo, pero gracias al volcán islandés Eyjafjalla se han cerrado todos los aeropuertos del norte de España, Bilbao incluido. Así que nos hemos quedado en tierra. Solamente nos ofrecen dos alternativas, cambiar los billetes para mañana sin asegurarnos que se pueda volar, o devolvernos el importe de los billetes. Finalmente decidimos solicitar la devolución del dinero, ya que no se garantiza que mañana se pueda volar.
Después de mirar por internet, a prisa y corriendo, conseguimos dos billetes con destino Londres y salida desde Biarritz. Bueno parece que aunque un día más tarde pero podremos iniciar nuestras vacaciones.

Al llegar a casa y mirar las previsiones de la nube volcánica, comprobamos que muy posiblemente el aeropuerto de Biarritz se vea afectado al día siguiente por la nube, y avisan que es probable que se cancelen los vuelos. Venga, otra vez a empezar. Ya que la idea de quedarnos sin visitar Nepal no nos agrada demasiado compramos dos billetes para volar a Londres al día siguiente, desde Madrid. La broma del volcán nos va a costar 490 euros más de lo previsto para el viaje, pero por otro lado sí no llegamos a Londres perderemos los otros vuelos y suponen bastante más de 500 euros, pero por lo menos iniciaremos las vacaciones que llevamos preparando tanto tiempo. Pero para llegar a Madrid, nos tuvimos que meter 6 horas de autobús, es decir toda la noche viajando hasta la capital. A las 10 de la mañana ya estamos volando hacía Londres, eso sí con un día de retraso.

Nuestro vuelo hacia Barheim, próxima escala, sale a las 20:25 por lo que disponemos de unas cuantas horas para visitar Londres. La idea de pasar tantas horas encerrados en el aeropuerto no es muy atrayente la verdad.
Al aterrizar, lo primero que hacemos es dejar las mochilas en consigna y comer un poco. Los de la consigna se han pasado un pueblo con los precios, 9 libras por mochila, ¿estos no se han enterado que estamos en crisis o que?

Tras una eterna hora dentro del metro, llegamos a la City. Tampoco es que tengamos excesivo tiempo para estar por Londres, pero el suficiente para poder visitar y fotografiar el Parlamento, el Big Ben, Westminster, la torre de Londres y el tower Bridge. Para poder ver todo esto tuvimos que ir un poco acelerados pero fue una mañana agradable, la pena es que el clima no acompaño la jornada.

Otra hora de metro y de vuelta al aeropuerto. Por fin salimos hacia Nepal...aunque primero haremos escala en Barheim, esto se nos va a hacer largo. El aeropuerto de Barheim no tiene mucho que ver a los aeropuertos de Europa, está lleno de jeques, tiendas donde se venden perfumes caros y relojes más caros aun. Pero para caros el lexus y el porche que venden. Después de mucho pensar decidimos no comprar ninguno de los dos coches. Un problema llevarlos en la mochila, que la tenemos a reventar.

Todavía nos quedan 6 horas hasta nuestro destino final, Katmandú. Este vuelo, será para recordar durante toda la vida. Nunca había visto algo similar en un avión y no creo que sea capaz de explicarlo con palabras. Ha sido alucinante. Nos tocó volar con un grupo de Balineses que tenía toda la pinta de no haber volado nunca antes. Estuvieron las seis horas que dura el viaje tocando el botón de aviso a la azafata, además de las narices al resto del pasaje, hasta el punto que llegaron a pasar de ellos por completo. No había posibilidad de ir al baño ya que continuamente estaba lleno, y lo peor es que ninguno de ellos encontró la cadena...casi se desborda la taza, ¡que asco! Pero lo mejor vino cuando nos disponíamos a aterrizar y se encendieron las luces para abrocharse el cinturón, en ese momento 20 balineses se levantan al baño y se ponen a hacer cola. Las azafatas, muy mosqueadas, les mandan sentarse y cierran los baños con llave, pero de repente al pasar por unas montañas varios de ellos se levantan a mirar por las ventanas. Aunque lo más alucinante fue cuando en pleno aterrizaje, uno de ellos se levanta de su asiento y se pone a coger la maleta, PA VERNOS MATAO.

Por fin estamos en Nepal. A la salida del aeropuerto nos está esperando el que desde hoy y hasta el final de nuestro viaje será nuestro guía, Shishir Dhakar, un tipo muy agradable y simpático aunque parece algo tímido, el será el encargado de llevarnos hasta el hotel, situado en una calle de Thamel.

Nuestra primera impresión de Katmandú ha sido la de una ciudad caótica y muy desordenada, con un tráfico que nunca antes había visto. Nos a parecido una ciudad sucia, difícil moverse por ella. Pero pese a que no estábamos del todo equivocados, posteriormente hemos comprobado que no era tanto como nos había parecido.

Nuestro primer quehacer en la ciudad era cambiar los euros que habíamos llevado por rupias nepalís, algo que pudimos hacer en una oficina de cambio, situada en Thamel, debajo de la oficina de Shishir. Una vez realizado el primer trámite y ya en la oficina de Shishir, confirmamos el itinerario, he hicimos los pagos correspondientes a sus servicios.

Al final, con tanto trajín nos ha dado la hora de cenar. Hemos ido con Shishir a un restaurante de comida típica nepalí, con música tradicional en vivo y baile. Está sera nuestra primera experiencia con la comida nepali, ¡y es positiva!.
Después de disfrutar tranquilamente de la cena, la música y charlar un rato con Shishir, de vuelta al hotel, sobre las 9 de la noche, la ciudad parece bastante más tranquila. El día ha sido largo, de hecho ha sido el viaje más largo de la historia del turismo mundial, empezando el día 8 y acabando el día 10.
Mañana nos esperan 5 horas de coche hasta Pokhara, así que damos por concluido el primero de nuestros días en Nepal.

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