Hoy no hemos madrugado mucho, gran error por nuestra parte. Hemos quedado con Shishir en el hall del hotel a las 9, por lo que hemos bajado a las 7:30 a desayunar. 45 minutos después nos han traído el desayuno a la mesa, eso sí, nos han atendido con mucha simpatía. Está claro que el camarero no es familia del chófer de ayer, no comparten el gusto por la velocidad.
Al final, entre que Shishir es extremadamente puntual, y que nos han dado tarde de desayunar, nuevamente hemos llegado tarde a nuestra cita con él.
Lo primero del día ha sido conocer al guía que nos acompañará por Katmandú. Se llama Rameshwor, pero nosotros le llamaremos Rama.
Rama es un nepalí que habla castellano, lo aprendió en Katmandú, donde ahora va a aprender Shishir. Es un tipo que solamente lleva tres años hablando castellano y lo habla a la perfección, pero con un acento muy gracioso. Rama es un nepalí de 35 años de casta Newari, un tipo genial, muy majo y atento, aunque algo tímido.
Con él y con el nuevo chofer llamado Sandeep nos hemos ido a recorrer Katmandú. Sandeep, es un chaval joven, muy alegre y que está todo el rato hablando, no calla. Pero es un fenómeno conductor, ha sido muy buen chofer. En el primer momento no sabía que posteriormente nos hubiésemos ganado un amigo para siempre, pero fue así.
Ha sido un día largo e intenso, hemos acabado a las 6 de la tarde y solamente hemos parado 45 minutos para comer. Ha sido un muy buen día.
El día ha comenzado visitando el templo de sleeping Bishnu, al que viene a adorar los hindúes. Nosotros solamente hemos podido acceder al recinto, pero al estanque donde está la estatua solamente pueden acceder los hindúes.
Posteriormente hemos visitado un pequeño templo hindú, nada turístico, pero donde hoy se celebraba uno de los muchos ritos de la religión hinduista. Eran los vecinos de Rama. Después de ver el templo, hemos ido con la familia que lo estaba celebrando a otro lugar, donde hay una especie de altar para sacrificar una cabra. Hemos visto como decoraban el altar con flores y con velas, antes de sacrificar a la cabra.
Nerea y Sandeep no han querido ver el sacrificio y se van a esperarme al coche, yo sin embargo me quedo con Rama para verlo. Es un poco escatológico, pero para comprender esta religión creo que es necesario verlo.
Después de sacrificar la cabra, se la llevan las mujeres para cocinarla, mientras los hombres más mayores esperan que se apague una de las velas para poner el ticat a todas las mujeres, y estas les hacen una reverencia para mostrarles su respeto.
Después comen un poco de arroz seco machacado, jengibre, guisantes y carne de búfalo. Esto lo acompañan de vino que ellos mismos hacen en casa. Aunque ellos le llaman vino, es una especie de aguardiente, muy fuerte.
Como el acontecimiento no suele ser muy turístico en este barrio, y el único turista que hay soy yo, me invitan a unirme a ellos comiendo y bebiendo como uno más. Por supuesto acepto, me han enseñado a ser agradecido. Además, como voy a desaprovechar la ocasión de probar su cocina. He pasado un buen rato con ellos, aproximadamente una hora. Mientras Nerea me esperaba en el coche.
De aquí, hemos ido a ver la famosa stupa de Boudanath, un sitio estupendo, y uno de los pocos lugares donde la cultura budista tibetana es accesible y carece de restricciones. Además yo pensaba que estaría llena de gente, como se aprecia en todas las fotos, y no ha sido así, mejor. La stupa esta al noroeste de la ciudad a 6 kilómetros del centro del valle de Katmandú y es una joya artística. Este monumento es uno de los centros de peregrinaje budista más importante. En cuanto a elegancia y pureza no hay otra comparable en todo el país. Desde su encalada cúpula hasta su torre dorada, pintada con los ojos de buddha. Alrededor de la stupa se han ido levantando diferentes monasterios.
Cuando estábamos paseando por la parte de arriba de la stupa nos ha ocurrido algo muy curioso con una familia de indios. Se nos han acercado para preguntarnos de que país éramos y al contestarles nos han preguntado el apellido. Ni siquiera Rama ha sabido explicarnos esto. A continuación a venido toda la familia de indios, alrededor de una docena, y nos han pedido permiso para hacerse fotos con nosotros, luego nos han dado las gracias como si hubiésemos hecho alguna gran hazaña, todavía no sé qué es lo que ha pasado, pero ha sido muy simpático el tema.
De aquí nos hemos ido a ver el templo de Pashupati. Este lugar, sagrado, es donde se incineran a los muertos. Es el mayor y más importante santuario hindú de todo el valle de Katmandú. Se extiende sobre ambos lados del sagrado río Bagmati, muy contaminado en la actualidad. No se permite la entrada al templo principal de los no hinduistas, pero el complejo de templos que lo rodean es fascinante. Este lugar está impregnado de espiritualidad.
Posteriormente nos hemos dirigido a la plaza Durbar, pero antes hacemos una parada para comer. Subimos a un restaurante con varios pisos, y nos sentamos en la terraza, que tiene unas vistas preciosas de la plaza. Como ya estaba impregnado de la cultura newar, me pido para comer un menú típico newar. Este consiste en arroz seco machacado, sopa de alubias, sopa de de lentejas, pollo con chili, patatas con pimiento y cebolla, espinacas, jengibre con guisantes, cebolla y pimiento. Vamos que casi reviento. Pero estaba de muerte. Nerea como siempre ha sido más comedida, y solamente ha pedido arroz frito con vegetales, no está tan impregnada del espíritu newar como yo.
Después de tomar un black tea para bajar un poco la comida, visitamos la plaza Durbar con total tranquilidad. Esta plaza es el corazón de la ciudad vieja de Katmandú, y concentra más de 50 templos, santuarios y antiguos palacios, es el legado más espectacular que Katmandú guarda de la arquitectura tradicional. En uno de los extremos está Kumari Gar, la residencia de la única diosa viviente. Esta plaza fue declarada patrimonio Mundial en 1979. La plaza es realmente preciosa, y culturalmente tiene un valor incalculable, aunque es una pena que dejen circular vehículos a motor entre sus templos. En esta plaza sí que había mucha gente, incluido algún español.
Desde la plaza Durbar nos vamos a visitar el templo de los monos, por la cantidad que hay, o Swayambhunath. Para acceder a este templo tienes que subir 312 escalones, aunque como nuestro guía es un fenómeno, accedemos al templo por la parte trasera, menos turística que la principal, pero más cómoda sin duda. El templo está elevado sobre una colina desde donde se puede ver toda la ciudad de Katmandú. El recinto está centrado en torno a una stupa blanca, coronada por una aguja dorada con los ojos de Budha pintados. Este monumento es una de las mayores joyas arquitectónicas del valle de Katmandú. Todas las ruedas de la oración tienen grabado el mantra sagrado om mani padme hum que quiere decir alabada sea la joya del loto. La zona que rodea a la stupa está llena de pequeños templos, imágenes de deidades y numerosos objetos religiosos. Por todas las esquinas se percibe el olor a incienso, mezclado con un ambiente místico muy interesante.
Al terminar la visita a la stupa y tener a Rama de fotógrafo oficial del viaje durante un buen rato, bajamos por las escaleras, empinadas de narices para irnos. Es más cómodo sin duda bajar que subir. Sobre las 6 de la tarde damos por concluida el día.
Antes de dejar a Rama libre para que pueda irse a casa, nos acompaña hasta el restaurante New Orleans, al que queremos ir a cenar luego. Primero pasamos por el hotel, a por más dinero. Hoy con las entradas a los monumentos, nos hemos gastado más de lo esperado, algunas son un poco caras.
Finalmente como estamos casi famélicos, es lo que tiene comer poco, y se nos ha hecho un poco tarde, nos vamos a cenar al mismo restaurante que ayer, el fire and ice, nos tomamos una sopa y una ensalada, y damos por concluido este largo pero bonito día. Mañana iremos al New Orleans.
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