Es conocida la llegada de los kiratis procedentes del Este entre los siglos VII y VIII a.C., si bien se carece de información suficiente sobre este pueblo, a excepción de su habilidad para la ganadería ovina y su afición por los cuchillos largos. Durante este período, apareció en el territorio el budismo; se afirma que Buda y su discípulo Ananda visitaron el valle de Katmandú y pasaron algún tiempo en Patan. Hacia el año 200 d.C., esta creencia había decaído y fue sustituida por el hinduismo, introducido por los licchavis, que invadieron el territorio desde el norte de India y derrocaron al último rey kirati. Los hindúes aportaron igualmente el sistema de castas, vigente en la actualidad, y evolucionaron hacia una era clásica de arte y cultura nepaleses.

En el año 879, la dinastía licchavi había desaparecido y sido reemplazada por la thakuri. Sobrevino entonces un difícil período de inestabilidad e invasiones, conocido como la Época Oscura. La situación estratégica del valle de Katmandú aseguró la supervivencia y el crecimiento del reino. En el siglo XIII, el rey thakuri Arideva fundó la dinastía Malla, iniciándose un nuevo período de renacimiento de la cultura nepalesa. Pese a los terremotos, invasiones y luchas entre las ciudades-Estado independientes de Katmandú, Patan y Bhaktapur, fue una era de gran prosperidad y, durante el reinado del rey malla Yaksha, en el siglo XV, alcanzó su máximo esplendor.

Los gobernantes de la casta militar de los gurkha, sitos en el extremo oriental del país, habían codiciado la fortuna de los mallas. Bajo el liderazgo de Prithvi Narayan Shah, la región se lanzó a la conquista del valle. En 1768, tras 27 años de lucha, consiguieron la victoria y trasladaron su capital a Katmandú. Desde el nuevo centro neurálgico, el poder del reino se expandió, apoyado por un ejército al parecer invencible, hasta que, en 1792, su avance se vio interrumpido por una breve aunque escarmentada guerra contra el Tíbet.

El clima hostil reapareció en 1814 debido a una disputa de territorios con Gran Bretaña. Los nepaleses fueron derrotados y se vieron obligados a firmar el Tratado de Segowlie (actual Sagauli) en 1816, que imponía la entrega del territorio de Sikkim y de la mayor parte de Terai (una porción de la franja himalaya de Terai fue finalmente devuelto en agradecimiento por la ayuda nepalesa durante el motín indio de 1857). El tratado fijaba las actuales fronteras orientales y occidentales del país, pero igualmente establecía un nuevo ministro residente británico en Nepal.

La dinastía Shah se mantuvo en el poder hasta la matanza de Kot, en 1846. Aprovechando las intrigas y asesinatos que había sufrido la familia en el poder, Yung Bahadur Rana se hizo con el control del país al acabar con la vida de centenares de hombres influyentes que se encontraban reunidos en la plaza de Kot. Bahadur adoptó el título más prestigioso de Rana y se proclamó primer ministro vitalicio, cargo que más tarde convirtió en hereditario. Durante el siglo siguiente, los Rana y su descendencia habitaron en lujosos palacios en Katmandú, mientras el resto de la población sobrevivía en condiciones medievales.

Hasta 1923 Gran Bretaña no reconoció la plena independencia de Nepal. Tras la II Guerra Mundial, el obsoleto régimen de los Rana llegó a su fin. En 1948, los británicos se retiraron de India, y con ellos también su apoyo a los Rana. Paralelamente acontecieron movimientos de insurrección destinados a remodelar la política del país. Las calles se convirtieron en el escenario de luchas esporádicas y, a instancias de India, los Rana (muy a su pesar) cedieron a la negociación. En 1951, el rey Tribhuvana Bir Bikram fue ungido máximo dirigente, y formó un gobierno compuesto por Rana y miembros del reciente Partido Nepalés del Congreso.

El compromiso político se vio truncado de inmediato. Tras coquetear con las elecciones democráticas, cuyos resultados no contentaron a nadie, el rey Mahendra, hijo y sucesor de Tribhuvana, estableció el sistema sin partidospanchaayat. El monarca elegía al primer ministro y al gabinete de gobierno, así como a gran número de los miembros de la Asamblea Nacional, que aprobaban obedientemente sus decisiones políticas. El poder, como era de esperar, recaía en una sola persona: el rey.

El favoritismo, la corrupción y el desvío de la ayuda extranjera hacia las arcas reales se mantuvo hasta 1989. Las dificultades y el embargo comercial impuesto por India obligaron al pueblo nepalés a levantarse en una protesta popular conocida como Jana Andolan o Movimiento del Pueblo. Los meses siguientes estuvieron marcados por detenciones, torturas y violentos enfrentamientos que dejaron tras de sí cientos de víctimas. El rey Birendra Bir Bikram, en el poder desde 1972, disolvió su gabinete, legalizó los partidos políticos e invitó a la oposición a formar un gobierno interino. De esta forma finalizaba el sistemapanchaayat.

La transición hacia la democracia se vivió de forma pacífica y pausada, y en las elecciones de mayo de 1991 el Partido Nepalés del Congreso y el Partido Comunista de Nepal se repartieron la mayoría de los votos.

Nepal está sufriendo en carne propia las dificultades que surgen a la hora de implantar un sistema democrático operativo, en especial si es la primera vez que el país adopta este régimen político. La situación se ha visto exacerbada por su débil economía, su elevada tasa de desempleo y de analfabetismo, así como por la división de su población, tanto por motivos religiosos como étnicos.

El fracturado panorama político del país se vio agravado por la masacre de gran parte de la familia real, - el monarca Birendra incluido - a manos del príncipe heredero Dipendra. Las luchas civiles surgieron de nuevo en Katmandú, con la imposición del toque de queda para sofocar la violencia callejera.

El príncipe Gyanendra, hermano del monarca Birendra, subió al trono. El nuevo monarca, que intenta dotar a su gobierno de mayor transparencia, tiene que luchar contra un gran número de problemas, especialmente el alzamiento maoísta contra el gobierno, que ha acabado con más de 500 vidas desde su inicio en 1996. Numerosas conversaciones de paz y muchos intentos de alto el fuego han fracasado.

El accidentado camino de Nepal hacia la democracia avanzó cuando en 2002 (y de nuevo en 2003) Gyanendra abolió el consejo de ministros y creó su propio gabinete. El país ha sido testigo de más de una docena de gobiernos diferentes desde 1991, en 2003 el primer ministro Lokendra Bahadur dimitió incrementando el sentimiento de incertidumbre que afrontaba el país.


El último alto el fuego proclamado entre la guerrilla maoísta y el gobierno fracasó en agosto de 2003, provocando nuevos episodios de atentados en Kathmandu. Las esperanzas de paz y prosperidad que alberga la población de Nepal permanecen aletargadas mientras la violencia continua.



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